¡Nuestro cerebro es de ayer!
El disfrute de alimentos ricos en calorías es recompensado por el cerebro. Un mecanismo de supervivencia que nos ayudó en el pasado. Son responsables varios mensajeros químicos en nuestro cerebro como la dopamina y los opioides. En combinación, hacen que nuestro cerebro valore ciertas cosas (por ejemplo, cuando comemos comida chatarra) como positivas y nos señale que debemos repetirlas sin falta. Lo mejor es hacerlo tan a menudo como sea posible. Hoy en día, nuestro cerebro sigue reaccionando igual, aunque desde un punto de vista puramente nutricional, ya no lo necesitamos.
¿Cómo se ve el futuro?
Primero la mala noticia: además de la comida basura, hay muchas otras cosas que actúan casi como una droga en nuestro cerebro, provocando señales erróneas y, por tanto, ataques de hambre. Y ahora la buena: si conocemos estas cosas, también podemos evitarlas.
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7 factores que debe conocer para no dejarse manipular por su cerebro
1. Pan de molde – manipulación cerebral al cuadrado
Muchos de nosotros lo adoramos: como desayuno dulce con mermelada o como snack salado en un sándwich: el pan de molde. Sobre todo la variante blanca es un manipulador cerebral potente. ¿Pero por qué? Muy sencillo: el pan de molde blanco está hecho de harina de trigo. Esta pertenece a los carbohidratos rápidos, lo que significa que proporciona mucha energía rápidamente y por poco tiempo. El pan de molde blanco (o los panecillos blancos) eleva rápidamente nuestro nivel de azúcar en sangre. Nuestro cerebro piensa: “Tengo muchísima energía” – y almacena preventivamente mucha de esa energía como reserva de grasa. Y como la harina de trigo blanca es fácil de digerir, el nivel de azúcar en sangre vuelve a bajar rápidamente. El chequeo posterior del cerebro y el cuerpo da un resultado claro: hambre. ¡Lo mejor es optar por la variante integral!
2. Barras de muesli – pequeñas, pero peligrosas
Quién lo hubiera pensado: incluso las barras de muesli son mucho menos saludables de lo que creemos. La razón: contienen grasas trans (como casi todos los productos preparados). Este tipo de grasa es especialmente dañina para el cuerpo. Por ejemplo, porque aumenta el colesterol malo y, por tanto, nuestro riesgo de infarto, accidente cerebrovascular y diabetes. Pero también porque hace que nuestro cerebro se vuelva adicto... a más.
Por eso: mejor evitar los productos preparados. Y si alguna vez quiere una barra de muesli: ¡en las barras crujientes de Precon no hay grasas trans, por supuesto!
3. Tamaño del envase – sabotaje dietético en XXL
¿Puede imaginarlo? Hace 30 años, un paquete de ositos de goma contenía 57 gramos. Hoy en día, puede contener hasta 500 gramos. El mismo fenómeno se observa en las patatas fritas. Los envases maxi actuales contienen hasta un 300% más de contenido. No sería un problema en sí mismo, si no fuera porque el tamaño de las porciones engaña a nuestro cerebro y tiene una influencia decisiva en nuestro comportamiento alimentario. Cuanto más hay en un envase, más comemos. Y más muestra luego nuestra báscula. Así que: en el futuro, mejor elegir los envases pequeños. ¡Su figura se lo agradecerá!
4. Pastillas: buenas pastillas, malas pastillas
Es bueno que los antibióticos nos ayuden a combatir bacterias que causan enfermedades. Mucho menos bueno es que este tipo de medicamentos también destruyen bacterias útiles, por ejemplo, en nuestro intestino. Como consecuencia de un tratamiento con antibióticos, su flora intestinal puede estar alterada. Un desequilibrio así puede afectar muchos procesos en el cuerpo, incluida la regulación hormonal en el cerebro que controla nuestro apetito y sensación de saciedad. Déle a su intestino algo bueno después de un tratamiento con antibióticos para reconstruirlo. Hay muchas opciones. Simplemente hable con su médico al respecto.
5. Estrés: una carga para su dieta
El estrés es agotador para el cuerpo. También para sus células grises. Si en fases de estrés su cerebro no logra extraer suficientes nutrientes del cuerpo, estimula el apetito mediante diversos mensajeros químicos. Comemos más y aumentamos de peso. En estas fases, preste mucha atención a qué y cuánto consume.
6. Poco sueño: solo soñar con perder peso
Malas noticias para los noctámbulos y quienes duermen poco: quienes duermen 5 horas o menos por noche tienen un 50% más de riesgo de sobrepeso. Además, se ha demostrado que las personas que duermen menos de seis horas por noche duermen tienden a tener más circunferencia abdominal que quienes duermen de ocho a nueve horas por noche. Una razón: con la falta de sueño, su cerebro libera menos cantidad de la hormona leptina y al mismo tiempo una mayor cantidad de la hormona grelina. Como resultado, sentimos hambre. Por eso, asegúrese siempre de dormir lo suficiente durmiendo. Y no haga caso a su nevera por la noche.
7. Ruido, estruendo, alboroto: factores que engordan
¿Quiere perder peso? Entonces tómese un descanso con tranquilidad. Porque un estudio sueco ha descubierto que el nivel de ruido y la circunferencia de la cintura están relacionados. Si el ruido aumenta cinco decibelios, la circunferencia de la cintura aumenta 1,5 centímetros. La razón: con el ruido, nuestro cerebro libera más hormonas del estrés, especialmente cortisol. Y ya ha leído que el estrés también engorda.
Como puede ver, muchas cosas que inducen a nuestro cerebro a comer más, podemos influenciarlas.
Durante y también después de la dieta, puede cocinar de manera equilibrada y deliciosa con nuestras recetas, con solo unas 600 kcal por comida. Manipulación cerebral excluida.
¡Le deseamos mucha diversión con ello!



