Al pensar en hígado graso, muchos solo consideran un consumo excesivo de alcohol como causa. Muy equivocado. Actualmente, uno de cada tres mayores de 40 años tiene un hígado graso no alcohólico. Según estudios, entre las personas con obesidad severa y los diabéticos tipo 2, la cifra llega incluso hasta el 90 por ciento.
¿Cómo puedo reconocer un hígado graso?
Como un hígado graso inicialmente no causa dolor, a menudo pasa mucho tiempo sin ser detectado. Tampoco síntomas más bien inespecíficos como fatiga, sensación de plenitud o problemas digestivos llevan inmediatamente a pensar en un hígado graso. Sin embargo, un hígado graso no es una acumulación inofensiva de grasa en el hígado, sino que conduce a un agrandamiento significativo del hígado y a una limitación funcional de las células hepáticas. Frecuentemente se producen inflamaciones y daños celulares que, en el peor de los casos, pueden llevar a la muerte de las células hepáticas, es decir, a una cirrosis hepática. Mediante una ecografía se puede diagnosticar claramente un hígado graso. Indicadores de inflamación hepática son valores hepáticos elevados en la sangre.
¿Cuáles son las causas de un hígado graso?
La principal causa del hígado graso no alcohólico es una ingesta calórica inadecuada combinada con poca actividad física. Quien consume más calorías de las que gasta a largo plazo, sobrecarga su hígado. El hígado, como principal órgano metabólico del cuerpo, es responsable de la utilización o almacenamiento de nutrientes. A partir de nutrientes en exceso, el hígado produce grasas y las almacena. Existe una estrecha relación entre el hígado graso y la obesidad severa (aumento de grasa abdominal), trastornos del metabolismo de las grasas, así como resistencia a la insulina y diabetes tipo 2. Generalmente, varias enfermedades ocurren simultáneamente, lo que se denomina Síndrome Metabólico.
¿Cómo como ``lebergesund``?
Primero la buena noticia: Las inflamaciones en el hígado y un hígado graso son reversibles, es decir, mediante medidas dietéticas adecuadas y un estilo de vida activo, la grasa excesiva en el hígado puede reducirse, las inflamaciones del hígado disminuyen y las células hepáticas se regeneran y pueden retomar su función normal. Para ello, es importante una alimentación equilibrada, rica en nutrientes y con reducción calórica suficiente, con suficiente proteína, para "desengrasar" el hígado.
Elegir los carbohidratos adecuados
Prefiera carbohidratos complejos, como productos integrales, verduras y legumbres, frente a productos de harina blanca como pan blanco, cornflakes, pasteles y galletas. Los carbohidratos complejos son ricos en fibra y sacian por más tiempo. Como los nutrientes llegan más lentamente a la sangre, el cuerpo los aprovecha mejor y se evita la formación de grasa en el hígado.
Evitar el azúcar en la medida de lo posible
Un alto contenido de azúcares simples, presentes especialmente en refrescos, zumos, batidos y dulces, aumenta el riesgo de acumulación de grasa en el hígado. Son especialmente preocupantes las grandes cantidades de fructosa, ya que se metaboliza principalmente en el hígado. El exceso de azúcar se convierte en grasa y se almacena en el hígado.
Muchas frutas contienen bastante azúcar, pero también valiosas fibras. En caso de hígado graso, limite su consumo de fruta a 1-2 porciones al día y prefiera frutas con menos azúcar, como las bayas.
Grasas: prestar atención a la calidad
Evite un alto consumo de productos animales ricos en grasas, como carnes grasas y embutidos, mantequilla, nata, así como grasa o aceite de coco. Estos alimentos contienen un alto porcentaje de ácidos grasos saturados y aumentan el riesgo de hígado graso.
Use aceites vegetales de alta calidad, como aceite de oliva, de colza o de linaza, y prefiera productos lácteos y cárnicos bajos en grasa.
Consumir suficiente proteína
Para evitar la pérdida muscular durante la pérdida de peso, es importante una buena ingesta de proteínas. Estudios recientes también muestran que en diabéticos tipo 2, una dieta rica en proteínas favorece la reducción de grasa hepática, ya que mejora el metabolismo de la glucosa y la sensibilidad a la insulina.
Aumentar la actividad física
Haga su vida diaria activa y aproveche todas las oportunidades para actividades físicas y deportivas. ¡Su hígado se lo agradecerá! Ya sea subir escaleras, caminar, hacer senderismo, andar en bicicleta o nadar, cualquier aumento de movimiento ayuda a reducir gradualmente la grasa en el hígado.
Desde el punto de vista médico, en caso de hígado graso se debe buscar una reducción de peso de al menos el 5 % del peso corporal. Esto también mejora las enfermedades frecuentemente asociadas al hígado graso, como la diabetes/resistencia a la insulina y los trastornos del metabolismo de las grasas. Al mismo tiempo, disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
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